domingo, 28 de diciembre de 2014

Yo estuve en la recuperación cafetera


El Espectador
Luis Genaro Muñoz *
28 de diciembre de 2014

Después de una temporada agria por la que atravesaron los cafeteros, este sector económico está viviendo gracias a la renovación de sus plantaciones, una luna de miel con los precios internacionales y la producción al alza, un verdadero trago dulce. ¿Cómo lo lograron? 

Yo estuve en la recuperación cafetera
Luis Genaro Muñoz


 Durante los últimos 25 años los cafeteros de Colombia enfrentaron diversos retos que gravitaron alrededor de la seguridad en el campo, de la volatilidad en las cotizaciones internacionales y de los altísimos intereses, los cuales redujeron la inversión en el sector rural, epicentro en donde se desarrolla la caficultura. Pero fue precisamente gracias a la fortaleza de las instituciones cafeteras que el impacto de los citados flagelos fue menor en el sector cafetero que en otros cultivos.

La primera década del presente siglo comenzó con los precios más bajos en la historia del grano. Entre tanto, el entorno de la seguridad mejoró progresivamente, pero los cafeteros se vieron obligados a competir en un escenario de revaluación del peso sin precedentes. Así las cosas, la rentabilidad y la inversión en las plantaciones se vieron afectadas.

Con el año 2009 llegó la ola invernal y sentimos en carne propia el cambio climático, que nos trajo unos excesos de humedad que precipitaron una infección de roya sin precedentes, factor que redujo drásticamente la productividad promedio del parque cafetero, lo que condujo a un período de cuatro años de producción y productividades significativamente inferiores a los promedios históricos. Fue en ese momento, y ante semejante realidad, cuando gremialmente decidimos que era inaplazable realizar una reconversión productiva de centenares de miles de cafetales en la Colombia cafetera.

Me correspondió entonces la responsabilidad y el honor de coordinar y liderar este esfuerzo, fruto de un inmenso trabajo en equipo. Labor que incluyó gestionar los apoyos del Gobierno Nacional, que permitieron renovar 3.200 millones de árboles de café en 600 mil hectáreas; de coordinar esfuerzos con bancos privados y con el Banco Agrario, para que miles de cafeteros pudieran financiar inversiones en sus plantaciones por más de $3 billones y lograran por primera vez acceso al crédito. Para obtener estos resultados, fue también necesario crear nuevos servicios financieros gracias a nuestra cédula cafetera inteligente, así como crear los incentivos necesarios para que los más pequeños productores lograran el acceso efectivo a los programas del Gobierno y al incentivo a la capitalización rural.

Afortunadamente los cafeteros en estas épocas de vicisitudes han contado con su Federación y sus Comités de Cafeteros para lograr alianzas efectivas y así poder ejecutar los programas necesarios para beneficiar a su razón de ser, que no es otra que el bienestar de las 560 mil familias caficultoras y sus comunidades. En buena hora contaron con su centro de investigación, Cenicafé, con su servicio de extensión compuesto por cerca de 1.500 profesores yarumos que llegan hasta las veredas más apartadas. También ha resultado invaluable y oportuno haber recibido el apoyo del Gobierno Nacional para llevar a cabo un programa de reconversión productiva de tan grandes dimensiones, cuyo resultado positivo se ha traducido en significativos niveles de producción e ingreso cafetero.

En suma, la arquitectura gremial diseñada por nuestros fundadores nos permitió articular esfuerzos y políticas para lograr ese cambio a pesar de las incomprensiones y la acritud de las críticas. Como uno de los participantes de este proceso gremial colectivo de recuperación y reconversión cafetera, me reafirmo en que cuando se tiene un plan serio y de largo aliento que se ejecuta con transparencia, profesionalismo, consistencia y coherencia, se abre el camino de las soluciones que permiten cambiar la vida de centenares de miles de personas. Nos falta, sin duda, mucho por hacer, porque el trabajo con la tierra es de todos los días y a toda hora. Con esta verdad en mente hoy podemos presentarles a los colombianos una caficultura renovada, joven y sana, que constituye la base productiva de la próxima década y un buen paso para lograr una caficultura sostenible.

* Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.


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