El Espectador
14 de mayo de 2013
Lo de culonas les viene por su enorme abdomen y ya los indígenas guanes hace más de 500 años las devoraban después de tostarlas al calor de las fogatas, las ofrecían como regalo de bodas para que los hijos nacieran fuertes y vigorosos y las usaban como cataplasmas para los dolores de cabeza y estómago. Hay quienes están convencidos de sus poderes afrodisiacos y otros las incluyen en la dieta de sus hijos porque dicen son excelentes para la memoria.
Entre abril y mayo -época de lluvia-, la culona abandona
su retiro invernal y sale de su hormiguero en las mañanas soleadas o
después de una noche lluviosa para aparearse en el llamado vuelo nupcial. Y es entonces cuando, zas, hay que cazarla eso sí teniendo mucho cuidado con las obreras y soldados que no se comen pero que atacan sin piedad a los intrusos con sus temibles tenazas para defender a sus reinas.
En Bogotá se consiguen en paquetes con sabores a limón y BBQ; creo que en mi próximo viaje a España me llevaré unas cuantas para tomárnoslas allí con unas cervecitas aunque no sé si tendré mucho éxito. Y tú, ¿has probado las hormigas culonas? ¿Y qué te parecen?
Podéis seguirme en mi blog, en twitter @colombiadeuna y ver más fotos de éste y de otros viajes en mi página de Facebook.
En Bogotá se consiguen en paquetes con sabores a limón y BBQ; creo que en mi próximo viaje a España me llevaré unas cuantas para tomárnoslas allí con unas cervecitas aunque no sé si tendré mucho éxito. Y tú, ¿has probado las hormigas culonas? ¿Y qué te parecen?
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