sábado, 13 de octubre de 2012

café y sombra


Cartas de los lectores
El Espectador
3 de octubre de 2012

Hay comentarios equivocados que hacen carrera. Quienes los divulgan lo hacen con una ligereza tal, que la falta de análisis sorprende. Uno de ellos es el de que la Federación Nacional de Cafeteros ordenó tumbar el sombrío en los cafetales.

Alrededor de 430.000 hectáreas de café en Colombia están bajo algún tipo de sombrío, es decir, el 46% de la caficultura está en sombra o semisombra. Y lo está fundamentalmente porque en esas zonas se presentan unos períodos secos que marcan una deficiencia hídrica para el café, pues ésta es de 150 milímetros de agua en tres meses seguidos, lo que hace que el establecimiento del sombrío sea absolutamente necesario. Se requiere del sombrío para conservar la humedad del suelo en épocas secas, para evitar el marchitamiento y para reducir la pérdida de hojas. Y para ello hay acciones investigativas de Cenicafé y una transferencia a los productores.

Por el contrario, cuando uno se encuentra zonas cafeteras donde hay buena distribución de lluvias, adecuadas horas de brillo solar, apropiada temperatura y suelos con capacidad de almacenamiento de agua, uno deja que el sol, que no cobra por su trabajo, realice su labor. He visto suelos en estas circunstancias produciendo café de manera sostenible y sin deterioro de los ecosistemas, porque sus propietarios siembran el café Castillo a través de la pendiente, establecen barreras vivas y, entre otras cosas, logran que en sus suelos se forme un tapete verde con las arvenses seleccionadas, cuya función es moderar el golpeteo de las gotas de lluvia.

No fue la Federación la que dijo que sembraran café hasta el pie de las quebradas o hasta que las plantas de café se humedecieran con las aguas donde se toma el líquido para los acueductos. Quizás los altos precios en ciertas épocas o la decisión propia del dueño los llevó a tomar ciertas decisiones. Por el contrario, no presionar el bosque nativo ha sido una frase repetitiva expresada con convicción. Todos seguimos cantando: “Allá arriba en aquel alto donde nace la quebrada...”.


Lo que con honestidad sí hemos dicho es que un sombrío exagerado y con características de penumbra debe regularse, porque más de un 45% de sombra convierte al cultivo del café en un negocio improductivo e ineficiente. Lo expresado anteriormente también valida el sombrío, si el objetivo de producción es matricularse en un programa de cafés especiales, como los aliados de los bosques o los amigables con las aves.


El cultivo del café también reforesta, produce oxígeno, es verde, alberga especies... y también produce paz.

Carlos Armando Uribe F.,
Profesor Yarumo’.


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