miércoles, 1 de agosto de 2012

Romeo, el “agresivo”


La lengua absuelta
Por: Marta Ruíz
25 de mayo de 2012
Revista Arcadia




Con razón se enojó Álvaro Uribe. Acostumbrado como ha estado a que le abran los micrófonos para que se despache contra quien quiera, debió parecerle extraño que un periodista francés, Romeo Langlois, lo abordara en medio de un evento de campaña electoral para preguntarle por qué su gobierno había hecho una jugada jurídica de alto turmequé para quitarles a los mineros de Segovia los derechos adquiridos sobre una concesión de cuyas entrañas se sacan toneladas de oro desde hace dos siglos.

Por supuesto Uribe se puso lívido de la furia y se marchó a paso rápido sin darle respuesta. Así se ve en el documental Por tout l´or de Colombie (Por todo el oro de Colombia); y lo ha ratificado el propio Uribe cuando dice que Langlois es un “periodista muy agresivo”, apelativo que viniendo de él suena a piropo.

Y es que Romeo Langlois y su colega Pascal Mariani lograron lo que quizá ningún periodista colombiano había logrado: meterse en el corazón de la minería (legal e ilegal) y salirse de los lugares comunes, para mostrar a las personas que de carne y hueso están viviendo esa nueva vorágine, con todos sus delirios.

Si en Colombia se está viviendo una especie de edad dorada del documental, este es de lo mejor que se ha hecho. Especialmente por una narración impecable. Lejos del tonito Discovery, cuenta la historia a través de unos personajes que parecen de ficción, y una historia que bien podría transcurrir en una de esas naciones fallidas donde los presidentes comercializan diamantes de sangre.

Empieza en Segovia. Protagonista: la Gran Colombia Gold, multinacional que explota lo que otrora fueran dominios de la Frontino Gold Mines, y que es representada por un cubano, que por lo menos en el documental se parece al villano de una mala telenovela, que no disimula la codicia. El antagonista, Dairo Rúa, es un sindicalista que va de tribunal en tribunal exhibiendo documentos refrendados por la justicia en los que consta que desde 1977 los activos de esa mina les pertenecen a los extrabajadores y jubilados de la Frontino, pues fueron dados por la empresa en dación de pago de sus obligaciones. Pero muy a pesar de ello, volvió a ser liquidada y entregada de nuevo a extranjeros.

Pero la historia no para allí. Romeo y Pascal se meten literalmente en lo profundo de las minas que son explotadas de manera ilegal. No hay Estado, el poco que hay está muchas veces del lado de los bandidos, sean estos grupos armados o empresas que aparentan legalidad. El desastre ambiental, los riesgos de los mineros, la falta de oportunidades. No para mostrarnos el delito, sino las vidas y las historias humanas de los colombianos protagonistas de esta silenciosa tragedia. Cero carreta. Todo con hechos insólitos.

El documental se adentra en el sur de Bolívar y en Caucasia (Antioquia). El monte dominado por los guerrilleros, y la sabana por las bandas criminales, herederas de los paramilitares. Allí miles de resbuscadores y barequeros atienden el orden impuesto por las Farc, o el caos que generan las bacrim.

Los periodistas duermen en el campamento de los insurgentes. Y entonces uno empieza a darse cuenta de que lo quieren contarnos Romeo y Pascal es algo mucho más tremendo: que estamos en un punto de difícil retorno porque el oro ya es un nuevo oxígeno para la guerra. La nueva coca.

En Caucasia, el documental presenta en vivo una operación de la Policía contra las dragas ilegales. Pura ficción. Los agentes saben que al día siguiente todo volverá a ser igual porque no hay delito que imputar, y porque el poder corruptor de las bandas criminales es tal que todo lo arreglarán con las propias autoridades bajo la mesa.

A este país le vendieron la idea de que la guerra no era más que una estrategia de narcotraficantes, y que acabando los cultivos se acabaría la violencia. Romeo y Pascal desmienten esa falacia. El oro es la nueva coca. 

Como si fuera poco, la “buena” noticia que trajo Santos de Asia es que los chinos están interesados en nuestro oro. Y uno no sabe si reír, llorar o salir a incendiar las dragas, como lo hicieron los indígenas del Cauca en la secuencia final del documental. Anuncio y premonición de los conflictos que va a desatar la minería.

Por eso yo digo que Romeo no es agresivo. Agresivo es lo que se viene.

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