El Espectador
24 de junio de 2012
La producción de granos selectos en Colombia es una realidad que va avanzando con fuerza.
La producción de granos selectos en Colombia es una realidad que va avanzando con fuerza.
Era cuestión de tiempo. El café colombiano, que durante años se ha valorado de manera genérica por su suavidad y calidad gracias al meticuloso trabajo de homogeneización emprendido por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), hoy sorprende al mundo por sus pequeñas y rutilantes producciones, gracias a una fase de apertura comercial para granos selectos.
Bajo el sombrero de Café de
Colombia, estos nuevos productores y distribuidores —especialmente los
dedicados a las bajas elaboraciones— están encantando a críticos y
consumidores, y prueba de ello son los cada vez más frecuentes premios
obtenidos por estos cafés en los principales concursos internacionales.
Este
auge, que está en plena gestación, ha llevado a la FNC y al programa
Colombia Toma Café a poner el foco en el tema de la diversidad, y para
ello ha invitado a grandes figuras globales del rubro, como el italiano
Vittorio Castellani, quien hace pocas semanas viajó por el país como
parte de una expedición llamada “Colombia sabe de café”
(www.colombiasabedecafe.com).
El impacto fue inequívoco: “Me voy
absoluta y deliciosamente sorprendido”, confesó después de su periplo.
Ciertamente, Castellani sabe algo de comidas y productos del mundo. Como
reconocido cocinero, periodista y asiduo investigador —se le conoce
como “Chef Kumalé”—, ha recorrido el globo por cerca de veinte años en
busca de trascendentales claves gastronómicas. Pero su más grande
trabajo, sin duda, es una emocionante serie televisiva sobre la historia
del café, difundida por National Geographic.
Aunque la serie se
desarrolla en África y en los países árabes —ejes iniciales de la
cultura cafetera mundial—, Castellani también ha viajado a Brasil y
Perú. Pero le faltaba Colombia, y su descubrimiento lo dejó atónito. “A
medida que visité la geografía cafetera —dividida en acotadas parcelas—,
encontré modestos y consagrados productores; aprendí originales formas
de elaboración y de consumo, y me compenetré tanto con la cultura
cafetera colombiana, que de inmediato la asemejé con la forma clásica de
hacer vinos. Es como en Italia: cada lugar de origen es diferente; cada
proceso es enriquecido por el productor; cada aporte hecho por el clima
y por el suelo otorga a la taza un toque único. En el fondo, cada café
es una cultura”.
Precisamente, estos atributos particulares han hecho que muchos productores encuentren eco internacional a su trabajo.
“En
efecto, ha llegado el momento de que nuestro café suba de estatus”,
dice Juan Pablo Villota, cabeza visible de Café San Alberto, de
Buenavista, Quindío.
Sometido a un proceso quíntuple de selección
de granos, San Alberto se ha convertido, en corto tiempo, en uno de los
cafés especiales y de origen más premiados en el escenario
internacional. Su apuesta central ha sido demostrar que el café es mucho
más que un estimulante para entrar en calor. “Para nosotros, se trata
de un producto situado en el mismo nivel de los vinos y los licores,
donde la calidad, el lujo y los procesos característicos son
fundamentales”. Esta visión de la excelencia ha llevado a Café San Alberto a obtener grandes galardones de producto en concursos y ferias
en Corea y Rusia. Y en las últimas semanas se hizo acreedor al título
Tres Estrellas Doradas, del International Taste & Quality Institute,
de Bélgica.
Un caso similar es el de Granja La Esperanza, otro
productor nacional cuya especialidad es la variedad Geisha, la más
apreciada y costosa del mundo. Recientemente, la Asociación
Norteamericana de Cafés Especiales (SCAA), le asignó a dos cafés de
Granja La Esperanza, en el Valle del Cauca, el segundo y tercer lugar en
el ranking de los diez primeros cafés del mundo. En la prueba
participaron más de 250 variedades de 26 países. La representación
exclusiva de ambos productos está a cargo de Café Devotion,
comercializados con las marcas Devotion Geisha Reserva (Finca Cerro
Azul) y Devotion Blueberry Mountain Geisha (Finca Las Margaritas).
“Nos
complace que Granja La Esperanza haya encontrado en Café Devotion su
aliado nacional para la comercialización de estos tesoros”, dice Steven
Sutton, gerente general de esta empresa distribuidora, que cuenta con
una boutique especializada en el nuevo Hotel Hilton Bogotá.
“Dar
el gran salto para una mayor apreciación de nuestros cafés es el reto
del programa Colombia Toma Café”, dice Ana María Sierra, su coordinadora
ejecutiva. “Definitivamente, necesitamos aprender y saber más de
nuestros productos. Si los críticos y consumidores más exigentes ya lo
han hecho, no hay ninguna razón para que los colombianos no lo
logremos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario