viernes, 7 de octubre de 2011

Elegía


En el punto de partida. Como dragón caído
en algún pantano entre neblina y vaho, está
nuestra tierra costera vestida de bosque de pino. Allá lejos:
dos vapores que gritan desde un sueño

en la bruma. Este es el mundo inferior.
Bosque inmóvil, superficie de agua inmóvil,
y la mano de orquídeas que surge del pantano.
Al otro lado, más allá de esta senda,

pero flotando en el mismo espejeo: el navío,
que la nube ingrávida cuelga de su espacio.
Y el agua en torno a su cayado está inmóvil,
echada en calma. ¡Y aun así, truena!

Y el humo del navío se expande horizontal
—allí flamea el sol en su agarrón— y el soplo
golpea duro el rostro del que aborda.
Ascender hacia babor de la Muerte.

Una ráfaga súbita y la cortina ondea.
Suena el silencio cual despertador.
Una ráfaga súbita y la cortina ondea.
Hasta que se oye, lejana, golpear una puerta

lejos, en otro año.

Tomás
Trasntrömer
Nobel de literatura 2011

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