lunes, 11 de abril de 2011

Vivir y recordar con Aquellos maravillosos años

Por Fernando Navarro
blog: Quinta Temporada de El País

Lo confieso: todavía, hoy, se me ponen los pelos de punta cuando veo el arranque de The wonder years (Aquellos maravillosos años, título en España). Tanto tiempo después, me emociono igual cuando escucho la voz rota de Joe Cocker, cantando el tema original de los Beatles, With a little help with my friends, mientras pasan esas imágenes de cámara casera a modo de carrusel de época.

Han pasado unos cuantos años, aunque tal y como corre la dichosa vida me parece una eternidad, de cuando me encontré con esa serie en La 2. No sé a qué hora de la noche la ponían pero, con la sensación extraña y aventurera del niño que le gana horas a la cama, el chaval que entonces era sentía un temblor inocente y maravilloso cuando se adentraba en la vida de Kevin Arnold. Como él, me sentaba frente al televisor para conocer los deseos, las frustraciones o las anécdotas que sucedían en el interior de la pequeña pantalla, donde su vida se me hacía tan cercana que, más de una vez, creí que mi colegio y barrio de Madrid escondía los mismos entresijos existenciales que aquel vecindario estadounidense. Que yo recuerde, nunca se supo en qué ciudad vivía Kevin, aunque su chaqueta de los New York Jets sugería que andaba por algún lugar del Estado de Nueva York.

Cuando hoy, bastante más mayor, veo la buenísima y aplaudida Mad Men, reflejando la sociedad estadounidense de los sesenta, no puedo por menos que acordarme de esta serie de la cadena ABC que estuvo en antena de 1988 a 1993 (en España, de 1990 a 1994). The wonder years reflejaba también esa época de cambios y conflictos sociales que alumbró muchas conquistas y unos cuantos desengaños en Estados Unidos. Como en Mad Men, se trataron la muerte de John F. Kennedy, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, la carrera por llegar a la luna o el desarrollo de la cultura juvenil y la contracultura.

Kevin Arnold Con maestría, sus creadores ensamblaban cotidianidad con historicismo. Los hechos existenciales en la vida de Kevin transcurrían perfectamente asociados a los acontecimientos históricos de EE UU. Solo que, si en Mad Men se ve todo bajo el prisma adulto de Don Draper, en The wonder years era la mirada fascinada de un niño la que nos mostraba esos años. A su modo, Kevin, como Don, también sobrevivía en su mundo, se enamoraba, triunfaba o fracasaba e, incluso, se sentía solo.

Creo que lo difícil era no identificarse con la vida de Kevin. Tan corriente como extraordinario, el transcurrir de sus días estaba plagado de momentos inolvidables. ¿Quién no hacía suyo ese primer beso, aquel gol que daba la victoria de tu equipo, aquel suspenso trágico, la primera pelea, el primer adiós para siempre, el primer grano, la cena de Navidad con todos juntos, la complicidad de una madre o la soledad de un paseo nocturno?

The wonder years nos hacía cómplices con esa entrañable voz en off de un Kevin mucho más mayor, recordando y, sobre todo, reflexionando sobre lo que se fue, lo que quedó y lo que nunca llegó (Mario Castañeda hizo el doblaje en España). Era un magnífico relato nostálgico sobre la infancia y la adolescencia. También la crónica de una época dorada en todos los aspectos. Un formato con estilo, ritmo y buenas reflexiones, y en el que se inspiraron los creadores de la española Cuéntame cómo pasó.

En mi caso, además, la serie me marcó para siempre por su gran selección musical. Qué canciones, qué esplendor, qué época. Visto con la perspectiva que da el tiempo, gracias a The wonder years, empecé a interesarme por la música como una banda sonora para ilustrar mi vida. Buena parte de los gustos musicales que hoy tengo se los debo a la estupenda música que en sus capítulos sonaba mientras Kevin, su amigo Paul o su querida Winnie crecían. With a little help with my friends de Joe Cocker, en formato soul diferente al pop de los Beatles, lo considero una especie de himno personal al que acudo a menudo. Tengo que decir también que me compré uno de mis primeros cassettes al escuchar Good Vibrations de los Beach Boys en uno de sus capítulos. Mi primo mayor me dijo quienes eran y los Beach Boys más mágicos me llegaron de niño y gracias a esta serie.

The-wonder-years Pero había muchísimo más, siempre con composiciones de aquellos años tan esenciales de la música pop: Bob Dylan, Simon & Garfunkel, Carole King, The Byrds, Neil Sedaka, Joni Mitchell, The Temptations, The Beatles, The Doors, Marvin Gaye… Todavía conservo, como la primera moneda de oro para un pirata, el recopilatorio con la música de la serie que me regalaron por un cumpleaños. Kevin y Paul aparecen en la portada, tirados en el césped, y en el interior hay canciones tales como When A Man Loves A Woman de Percy Sledge, Smoke Gets In Your Eyes de The Platters, I'm A Believer de The Monkees, Sitting on the dock of the bay de Otis Redding, Wild Thing de The Troggs o Happy Together de The Turtles.

Con su música, sus reflexiones, su temática y su nostalgia, los 115 capítulos de The wonder years fueron una tierna y cautivadora crónica humana y social. Hoy la siento como mía. Como hoy siento como mías las últimas palabras pronunciadas por esa voz en off de un Kevin Arnold más mayor, incapaz de olvidar lo que significa crecer, vivir, recordar. "Crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, al siguiente ya no estás aquí. Pero los recuerdos de la niñez permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un pueblo, una casa como muchas casas, un patio como muchos patios, una calle como muchas otras calles. Y el asunto es que, después de todos estos años, sigo mirando hacia atrás, maravillado"

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