miércoles, 6 de octubre de 2010

qué desastre!



Da igual a dónde se dirija la mirada. No hay otro color que el rojo. Viajar al oeste de Budapest, es adentrarse en el camino de la desolación. La ola tóxica de lodo rojo se tragó por unos momentos las poblaciones de Kolontar y de Devecser.

En Hungría, apenas a 160 kilómetros de Budapest, se han vertido más de un millón de metros cúbicos de lodos tóxicos al arroyo Torna que, tras pasar por algunos tributarios, terminará por llegar al Danubio. Las noticias, aún confusas, indican que cuatro personas han perdido la vida y unas 120 han resultado heridas, algunas de ellas de gravedad.

No es la primera vez que en suelo europeo sufrimos tragedias como consecuencia de actividades de extracción de metales instalada necesariamente en los bordes de ríos o arroyos. De hecho, el Danubio ya sufrió un vertido de metales pesados y cianuro cuyas consecuencias nunca fueron del todo bien evaluadas. Aunque las noticias no son claras a estas horas, parece que un depósito de residuos de la extracción de aluminio ha sido el responsable del vertido. Si es así, lo más probable es que se trate de los lodos rojos que se generan al lavar la bauxita, previamente molida, con sosa cáustica a presión y temperatura elevada.

Este proceso libera hidróxidos de aluminio además de sílice, óxidos de hierro y titanio entre otros metales. Posiblemente haya sido el pH propio de la sosa cáustica el causante de los heridos y muertos que han debido sufrir quemaduras químicas terribles. Estos lodos van a esterilizar literalmente todos los cauces a los que afecte.


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