viernes, 7 de noviembre de 2014

La Federación Nacional de Cafeteros se moderniza


El Espectador
Marcela Meléndez. Investigadora de Econ Estudio.
23 de octubre de 2014

Hay al menos tres razones por las que impulsar la competitividad de la caficultura colombiana requiere modernizar la institucionalidad cafetera. 

La primera es que en el mundo que surge con el rompimiento del Pacto Cafetero —de competencia, variedades múltiples, mercados de nicho—, Colombia ha perdido liderazgo. La industria no se adaptó con agilidad a las nuevas condiciones del mercado, por la rigidez de políticas e instituciones que tampoco se adaptaron a la nueva realidad con la velocidad necesaria.

La segunda es que la actividad de la industria no se desarrolla en un terreno plano de competencia: hay un agente que es a la vez competidor, diseñador de políticas y regulador del mercado, que no enfrenta el mismo nivel de riesgo en sus decisiones de negocio que sus competidores porque está amparado por recursos públicos (de nuestros impuestos) y que no enfrenta las mismas obligaciones tributarias que sus competidores.

La tercera es que en el sector cafetero la política de desarrollo productivo y la política social se han confundido en la práctica y esto ha contribuido a restar efectividad a los dos tipos de intervenciones.

¿Cómo es el mundo de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) moderna? Es uno en que los exportadores de café quedan sujetos solamente a los requisitos generales de todo exportador y ya no tienen que registrar sus transacciones ante la FNC, su competidor en el mercado, ni ser autorizados por ella para realizarlas. Y los estándares de calidad asociados con la marca “Café de Colombia” ya no son una barrera para la exportación: todo el café colombiano que encuentra demanda puede exportarse.

La actividad comercial de la FNC moderna queda sujeta al mismo régimen tributario que el de cualquier actor privado y la FNC moderna no es responsable del diseño de la política cafetera. Interactúa, como cualquier otro actor privado, con las autoridades gubernamentales competentes para poner a consideración sus peticiones. Tampoco es responsable del diseño ni de la ejecución de la política social que se dirige a los caficultores.

La contribución cafetera se destina exclusivamente a la inversión en investigación y desarrollo para la caficultura y a financiar servicios de asistencia técnica para los caficultores. Un brazo de la FNC, independiente del brazo comercial, que opera bajo un nuevo esquema de gobierno corporativo, asume la responsabilidad de potenciarlas. Los recursos de la parafiscalidad no financian la burocracia del gremio, no sirven para apalancar su negocio privado y no están disponibles para que se haga política con ellos en las regiones.

¿Sigue la FNC moderna existiendo como gremio y como jugador en los mercados del café? Por supuesto. ¿Sigue haciéndolo desde una situación de ventaja frente a sus competidores con origen en condiciones especiales, herencia de otros tiempos? No. La FNC moderna se adapta al terreno plano de competencia para contribuir a la transformación del campo y a darle una cara distinta al país en la etapa del posconflicto.


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