lunes, 28 de febrero de 2011

Madeleine



Pues ayer la cosa iba de bautizo... estuvimos en la ceremonia, junto a padres y padrinos y luego en la casa de los papás de la criatura: Germán y Consuelo... Supongo que el nombre de la criatura se escribe así, incluso el sacerdote preguntó por su grafía y al final dijo que tenía un nombre con todas las de la 'ley'...

viernes, 25 de febrero de 2011

Recuerdos de Polonia. Witold Gombrowicz


Aunque en realidad buscaba Ferdydurke, el que se me atravezó, en un librero de viejo fue "Recuerdos de Polonia", supongo que ha sido una buena introducción al mundo de Gombrowicz. Veremos si algún día aparece el buscado...











Ediciones en pocaco, francés, español e inglés.



Recuerdos de Polonia, serie de textos escritos entre noviembre de 1959 y octubre de 1961 para Radio Free Europe (Radio Europa Libre) y jamás difundidos, fue hallado por su esposa, Rita Gombrowicz, en 1976 (junto con Peregrinaciones argentinas) entre los papeles póstumos del autor.

No se trata de textos destinados a la lectura, sino para ser trasmitidos por la radio, de ahí su carácter oral. No existe, sin embargo, ningún rastro de una eventual emisión radiofónica de estas crónicas de Witold Gombrowicz.

El manuscrito contenía cuarenta y ocho artículos de cuatro páginas cada uno, clasificados cronológicamente, y algunos de ellos fechados a mano.

Cada artículo correspondía a una emisión radiofónica de unos quince minutos.

Como el título lo indica, estos textos tienen por tema la evocación de la infancia y de la juventud de Witold Gombrowicz.

El escritor recuerda su vida en Polonia, exactamente veinte años después de haberla dejado.

La descripción del medio familiar, del renacimiento de Polonia independiente y de la vida literaria de Varsovia en los años treinta, nos ilustran sobre la vida y la obra de Witold Gombrowicz.

Esta colaboración de Witold Gombrowicz con Radio Free Europe al comienzo de 1959, ocurre en el momento en que su obra es nuevamente prohibida por el régimen comunista en Polonia, después de un breve período de liberalización. Gombrowicz se dirige entonces hacia la emigración polaca y sus instituciones a fin de lograr un apoyo financiero.

Recuerdos de Polonia se publicó por primera vez en polaco en 1977 en las ediciones de la emigración l’Institut Littéraire (Kultura) de París en el mismo volumen que Peregrinaciones argentinas.

Desde 1996, este título es publicado por Wydawnictwo Literackie de Cracovia.

La primera traducción se realizó en francés, por Christophe Jezewski y Dominique Autrand en las ediciones Christian Bourgois, en 1984.

jueves, 24 de febrero de 2011

domingo, 20 de febrero de 2011

Un nuevo día para el café


El consumo y conocimiento de esta bebida en el país sigue a marcha lenta

Por: Hugo Sabogal
El Espectador


En Colombia se produce el mejor café suave del mundo, pero los colombianos no sabemos distinguirlos ni entendemos el significado de la geografía del producto.

El taiwanés-costarricense Diengo Chow me recordó hace pocos días que Colombia es motivo de admiración por la enorme calidad de sus cafés especiales. Es la envidia de muchos, me dijo. Esta percepción, sin duda, obedece al paciente y largo trabajo realizado por productores y exportadores con la batuta de la Federación Nacional de Cafeteros. Y, de alguna manera, también es el reconocimiento al trabajo de un puñado de soñadores para quienes el destino del producto estrella de Colombia aún no llega a su plenitud.

Pero así como hay motivos para celebrar por la generosidad de estos comentarios, también es un hecho que, en materia de consumo y conocimiento Colombia marcha a la saga, y no parece haber esperanza de recuperación.

Los habitantes de este país, que produce el mejor café suave del mundo, somos los más ignorantes sobre la bebida. No sabemos distinguir un café de otro ni entendemos el significado de la geografía del producto, con toda su complejidad climática y de suelos. Si nos preguntan, no podemos hablar con propiedad de los cafés de Nariño o de la Sierra Nevada, ni asimilar conceptos como la acidez o el dulzor natural.

Para la mayoría de nosotros, el café es la bebida con la que muchos acompañamos el pan del desayuno. La servimos aguada, recalentada, en recipientes de icopor o de plástico, cargada de edulcorantes, sin el más mínimo protocolo o respeto hacia sus virtudes aromáticas y gustativas.

Cito el nombre de Diengo Chow para mostrar qué tan lejos estamos de arañar la superficie del conocimiento del café. Reconozco que Chow es un catador profesional y que tiene el paladar entrenado, pero no siempre fue así. Este joven costarricense sabía de café tanto como el resto de nosotros, sólo que tomó interés en el tema hasta ir descubriendo los maravillosos secretos de los cafés de su país natal, Costa Rica.

Hoy día Chow se ha convertido en un asesor de talla internacional y vendrá a Colombia en unas pocas semanas como coordinador de la delegación que, por Taiwán, participará en el Concurso Mundial de Baristas (especialistas en preparación de café), que se llevará a cabo en Bogotá entre el 2 y el 5 de junio, gracias a la tenacidad del colombiano Luis Fernando Vélez. El anfitrión oficial será la Federación Nacional de Cafeteros.

Miren, por ejemplo, lo que me contó Chow sobre algunos detalles de cómo se preparan él y sus muchachos para esta gesta. Primero, se vienen entrenando en Taiwán de una forma que me dejó perplejo y que, sin duda, muestra que los chinos vienen dispuestos a alzarse con la corona. Han ido a preparar sus cafés de concurso en zonas con la misma altura de Bogotá, es decir, 2.700 metros sobre el nivel del mar. Quieren entender cómo se comporta el producto y cómo responden las máquinas de espresso a la presión de la altura. Pero, ante todo, buscan establecer cómo estas condiciones alteran la taza y cómo pueden dominarlas para no fracasar. Por ningún motivo quieren darles a los jueces la posibilidad de recibir una calificación negativa. Aunque no lo parezca, es lo mismo que nosotros los consumidores nacionales deberíamos exigir cuando nos sirven una taza de café.

En segundo lugar, Chow y su equipo visitarán, en breve, Colombia para hacer prácticas sobre el terreno y entender las características de la leche colombiana a la hora de preparar capuccinos y adornar las tazas mediante el uso del conocido arte latte.

En la misma tónica están trabajando todas las demás delegaciones participantes. Y, conociendo a Vélez, es de suponer que los concursantes colombianos se están entrenando de la misma manera.

A la luz de estos desarrollos se me ocurre proponer que asistamos a los eventos del Campeonato Mundial de Baristas, porque estoy convencido de que esa experiencia nos abrirá los ojos y nos hará llegar a la misma conclusión que alcancé hace algunos años. Y es esta: no puede ser que orientales, nórdicos, europeos y estadounidenses sepan más de café —y particularmente de café colombiano— que nosotros mismos.

Para remediar esta situación, Vélez y su socio, Jaime Duque, han creado E & D Cafés, un proyecto destinado a trabajar en función de la educación y desarrollo de la cultura cafetera en Colombia. Dicha firma, por ejemplo, está terminando de montar un centro de degustación abierto al público, al lado de una surtidísima tienda con los mejores cafés del país y del mundo.

Esta iniciativa hacía falta. Y aunque E & D Cafés no evangelizará a millones, por lo menos transformará las mentes de algunos pocos, con la esperanza de que éstos se encarguen, a su vez, de divulgar la parábola del café colombiano hasta lograr que un creciente número de nosotros podamos hablar con propiedad de nuestro producto bandera.

Sería un gran acierto que, por ejemplo, colegios, universidades, empresas, familias y grupos de amigos se fijen el propósito de saber tanto de café como puedan. No es justificable que haya más especialistas y catadores de vinos. En paralelo, hay que animar a restaurantes y hoteles para que mantengan actualizados a sus colaboradores en todo lo que tiene que ver con el producto. Incluso, deberían instituir la introducción de cartas de cafés, así como ofrecen completas y detalladas listas de vinos y otros licores.

Las escuelas de cocina y los centros de formación de sommeliers están en deuda con la sociedad colombiana porque carecen de programas de profundización sobre el café.

Una estrategia así, como me confesó el propio Chow, los tendrían a él y a muchos especialistas internacionales de pies y cabeza en Colombia, aprendiendo sobre el sector. Pero hoy sucede todo lo contrario: tenemos que ir a buscarlos en sus países de origen para que nos enseñen lo que nosotros deberíamos estarles transmitiendo. El Campeonato Mundial de Baristas es una oportunidad para revertir esta tendencia.

PD: Feliz aniversario apreciada Diana

martes, 15 de febrero de 2011

sábado, 12 de febrero de 2011

viernes, 11 de febrero de 2011

el silencier




domingo, 6 de febrero de 2011

feliz cumple 'gordito'



Está de cumpleaños el 'gordito', no el pequeñín sino el grande... desde aquí le deseamos unos felices... indeterminados años... por muchos más para 'el padrino'...

sábado, 5 de febrero de 2011

paradigma


El Espectador
Por: Diana Castro Benetti


La vida duele casi todos los días. Duelen la muela, el crecimiento y
las muertes.

Duelen las traiciones, los abandonos y las críticas. Llagas y sangre
corren por los cuerpos cuando nos levantamos, cenamos o vamos amando.
Como compañero, ese dolor parece inseparable del cuerpo que respira,
se siente vivo cuando aguanta y se hace uno con el entumecimiento de
cualquier machucón. Incluso, para algunos es más doloroso el malestar
del otro que el de la herida propia.

No hay quien no se acuerde de sus dolores. Los traemos a la memoria,
los revolvemos con el desayuno, se los recordamos a otros con quejas,
muecas y argumentos. A veces, nos damos cuenta de lo inútiles de
algunas dolencias pero con frecuencia negamos aquellos padecimientos
que deberían mantenerse vivos. Están los que huelen a abandono sin
previo aviso o los que, aunque ligeros, no son irrelevantes. La piel
recuerda. El corazón no perdona. El cerebro aviva rutas invisibles. Al
parecer, sufrir es parte de la inevitabilidad de la existencia y de
toda dignidad cultural. Cada sufrimiento tiene sus ritmos, espacios,
ideas, personas, emociones variadas y más de un corazón aplastado.
Mantener el dolor bien vivo enorgullece la vanidad y le da un lugar
útil a las miserias. Es débil la membrana entre una sana compasión y
un regodeo repetido de los dolores propios y ajenos.

Cualquier momento de quietud donde el ser sin pretensiones y el
silencio interior surjan, puede resultar peligroso para todo dolor.
Ahí, en medio de un infinito cualquiera, brotan dimensiones
desconocidas. La alegría es una de ellas. No la alegría bulliciosa y
jacarandosa, ni ésa que se disfraza de champagne o caviar, ni aquella
que está envuelta en besos de pasión sino la simple alegría de ser y
de existir. Ésa que no tiene condición, justificación o futuro, una
alegría que le sonríe a los dolores y no se amilana ante ellos ni se
achica para dejar que la amargura la apabulle.

Estar en silencio y quietud es el espacio no finito y a la vez íntimo
de una alegría sencilla de ser que no se viste de gala ni se ufana,
que reconoce lo que duele y que no niega necesidades. Convocada como
Axé, una potente diosa bahiana, esta alegría es muy peligrosa para
todo sufrimiento. Tremenda y anárquica.