lunes, 11 de marzo de 2013

Paro cafetero


  
La Nación

10 de marzo de 2013
Rodrigo Villalba Mosquera

Institucionalidad quedó en una posición incómodaCuando el Huila se convierte en el primer productor del grano a nivel nacional, estalla la gran crisis, circunstancia que evidenciamos en sendos debates de control político en el seno del parlamento liderados por la bancada huilense; para la cual no necesitábamos ser unos científicos en la materia, porque las razones “se caen de su peso”, pues mientras nuestros principales países competidores producen mas de 20 cargas por hectárea, el promedio nacional es de ocho cargas, sumados altos costos de producción y tasa de cambio adversa que deja a nuestros productores sin rentabilidad.

Colombia, después de lograr producciones de hasta 17 millones de sacos, en los últimos años escasamente alcanza entre 7 y 8 millones, convirtiéndonos en el único país del mundo cafetero que pierde participación en el mercado internacional. Y para colmo de males, la otrora poderosa Federación hoy se encuentra empobrecida y el Fondo del Café que administra, en quiebra; dejando a sus agremiados sin su instrumento fundamental para darle sostenibilidad al ingreso, arruinando su “tabla de salvación”.

Ante esta realidad, los caficultores colombianos liderados por una nueva dirigencia no tuvieron otra alternativa que la protesta para hacerse oír, decretando el reciente paro en búsqueda de subsidios y apoyos oficiales para mantenerse en el negocio que  les incumbe a 550 mil familias, 580 municipios en 20 departamentos con una población de dos millones que viven directamente del café.

El reciente paro nacional cafetero fue exitoso porque quienes lo adelantaron con un nuevo liderazgo ante la faz del país, destacándose las protestas del Huila con una alta moral, que con lujo de detalles descollaron también sus voceros en la mesa de negociación con el gobierno, dentro de los cuales quiero mencionar a Teódulo Guzmán, Octavio Oliveros y Orlando Beltrán.

Mi compromiso con la caficultura y los altos interés regionales me dieron la oportunidad de participar en la solución del conflicto como aparece en el acta del acuerdo, quedando consignadas las reivindicaciones y logros de los caficultores alrededor del PIC (protección al ingreso cafetero) con un apoyo de 145.000 pesos por carga. También digno es reconocer la sensibilidad del gobierno nacional en la solución con un esfuerzo fiscal de 800.000 millones de pesos.

Se establecieron unas mesas para la crisis de la caficultura en búsqueda de salidas estructurales para lograr productividad y bajar costos de producción.

Es la Federación la gran afectada, para lo cual es imperativo reestructurarla, modernizarla y que esté a tono con la realidad cafetera del mundo de hoy. La institucionalidad gremial hay que remozarla.

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