sábado, 30 de marzo de 2013

Credo


El Espectador
Diana Castro Benetti
29 de marzo de 2013

Los demás son inexactos. Llevan sus pasiones con intensidades y pausas incomprensibles. Tienen sus ritmos cambiantes y poco ciertos, se confunden ante las variedades y amarran toda similitud. Se inclinan ante cada hoja, observan la belleza o van vestidos de flores y de diferencias. 

Los demás son espacios y opciones de mundos inventados. Suenan a lo que son cuando van con calma o, incluso, si van de afán y con sudor. Contagian con risas y guiños y abren los lotos de cada pensamiento. Están lejos o cerca sin importar distancias. Los demás construyen lo que se creen merecer y soportan cuando pueden o cuanto pueden. Luchan, se callan y tienen miedo.

Los demás buscan amores y hacen nido en las estaciones. Crean religiones, rituales, tecnologías, ideologías y mentiras. Los demás se ocultan detrás de los maquillajes y de los brasieres engañosos. Viven en la realidad, las galaxias o fuera de sí buscando el margen para ser únicos. Son el otro que nunca llegarán a ser y pasean imitándose los unos a los otros para imaginar maniquís de carne y hueso.

Los demás son obstáculos y atascos. Dan la vuelta, escupen y taponan lo que les provoca. Se interponen, quitan, diluyen, niegan y asustan al más liberal. Son espinosos, complejos y llenos de ciclos. Cargan espantos, sombras y memorias que los van atando y delatando. Son tacaños. Deambulan y corren para atrapar lo que no les pertenece. Persiguen aquello que huyen. Son todo lo que no aceptamos además de la guerra, la sevicia y la desolación. Entierran y conviven con sus muertos y los muertos de otros.

Los demás son como nosotros, prismas de lo que somos, son nuestro recuerdo y una fotografía. Respiran, husmean, conversan y nos confundimos en la misma curiosidad, la misma soledad y la misma melancolía. Son esos otros que no miramos a los ojos y que nos seducen con su mutismo. Son esos mismos que diluyen las dudas y mezclan la dulzura con el cuerpo para aumentar la magnificencia de lo que somos.

Es ilusorio todo camino de aislamiento y separación porque en el silencio y en la infinitud, los demás son la guía, el descubrimiento y la ruta hacia el éxtasis y la mística profunda. Como un eco o como microscópicos destellos de luz, conocidos y extraños, serán siempre la brújula de lo que hemos sido y el indicio de lo que seremos. Son el enigma, el sacramento y el arcano.

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