martes, 7 de febrero de 2012

polinizadores en el 'filo de la navaja'


Marco A Rodríguez Peña
Vanguardia Liberal


¿Si llueve a qué horas trabajan las abejas? Si no llueve, no florecen las plantas.Y si las plantas no florecen no hay néctar. Y sin néctar no hay polinizadores, es decir, las abejas se quedan sin alimento y las plantas sin fertilizar.

Y para que haya armonía natural se deben tener periodos exactos de sol, al igual que de lluvias, o de lo contrario la fisiología de la planta se trastoca y ella no sabe si echar follaje o florecer. Esos cambios bruscos, como los vividos en la actualidad, tienen un solo protagonista: el cambio climático que desencadena en un desorden ambiental, llevando a la desaparición de la flora natural y de paso a los polinizadores vitales a la hora de producir alimentos, es decir, sostenedores de la seguridad alimentaria. Dos santandereanos que han trabajado buena parte de su vida al lado de las abejas, están en una cruzada por todo el país, dando la voz de alerta: salvar a las abejas o de lo contrario… ¿quién polinizará las plantas?

Sin chispiador

De acuerdo con Eliécer Santamaría Jaimes, Tecnólogo Agrícola de la Universidad Industrial de Santander y director de investigaciones de Biopolinizar, los efectos nefastos del calentamiento en las abejas se vienen dando desde hace 20 años, pero ahora son mucho más acentuados. Mire, este ejemplo. En Sucre era muy afamada la miel de la campanilla, flor azul en forma de campana de un néctar muy dulce y abundante. Hoy, esa planta casi no existe. En Santander, en Oiba, las abejas mieleras se alimentaba del chispiador, al igual que en Lebrija. Ese arbusto ya no se ve. Mire, lo que está pasando con el matarratón, pues debido a las intempestivas lluvias, ya no florece en verano como es su condición natural, pues el agua tumba los cojines florales. Hay un desorden total, agregó. Según las estadísticas que manejan, esa falta de árboles productores de néctar está llevando, incluso, a la pérdida de rentabilidad de ese sector, pues en épocas pasadas se obtenían 70 kilos de miel por colmena y ahora no se llega a 20 kilos.

Son escasas

Según Santamaría Jaimes, la peor parte la están llevando las abejas silvestres, de las que en el mundo puede haber unas 30 mil especies, 3 mil de las cuales están en Colombia. Hay un grupo muy especial que son las Meliponinas (por ejemplo, angelitas y chatones, entre otras), de las cuales hay 120 especies reportadas en Colombia, de un total de 400 en el mundo, agregó. Para el experto, son de gran importancia pues generalmente están en bosques que en buena parte han dejado de existir. El agente polinizador es el que lleva el polen (célula masculina del reino vegetal) para que entre en contacto con la célula femenina que está en las flores. Esa labor la efectúan el viento, el agua, pero principalmente, las abejas y mariposas, agregó. Una muestra de que las cosas están cambiando de manera acelerada, es que los apiarios ya no huelen a miel y las abejas se arremolinan debajo del panal, pues no hay flores para trabajar. Y cuando se destapa el panal, este se encuentra vacío.

Consanguinidad

Aparte del calentamiento global, las abejas melíferas presentan otro grave problema: la consanguinidad. Para los expertos, si se quiere una verdadera industria, hay que comenzar por producir reinas a granel, las cuales vayan fecundadas y sean de diferente familia. Una reina fresca puede armar su colmena con 10 mil abejas obreras. Esos problemas de sangre conllevan a otra serie de factores, que incluso, repercuten sustancialmente en la producción de miel.

Una colecta nacional

Para Fulvio Santamaría Jaimes, de Biopolinizar, la actividad apícola en Colombia debe ser subsidiada, tal y como acontece en los países europeos, por ejemplo, España. Para ellos, su importancia no radica en la producción de miel, propóleo, polen o jalea real, sino como artífices primordiales en la polinización de todos cultivos productores de granos, agregó. Para el directivo, en Colombia las abejas han sido desplazadas por los monocultivos y la ganadería intensiva, que han llevado a la destrucción de sus ecosistemas. Hay que salvar al grupo de las Meliponinas y comenzar a ubicarlos en los resguardos forestales, con el fin de que se puede efectuar su repoblamiento, dada su importancia. Santamaría Jaimes expresó que esa acción salvadora se puede empezar con el establecimiento de meliponarios, donde se puede tener una especie de colección de ese tipo de polinizadores silvestres.

El mión

Según Eliécer Santamaría Jaimes, las corporaciones ambientales del país han cometido una serie de errores que van contra la vida de las abejas. Una muestra de lo anterior fue la importación y posterior siembra en el territorio nacional del tulipán africano, conocido popularmente como mión. Su flor contiene buen néctar, pero a su vez, un veneno que mata a los polinizadores. En Santander, se siembra desde hace 40 años.


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