lunes, 2 de mayo de 2016

La lucha por el agua limpia


El Espectador
21 de marzo de 2016
Por: Germán Gómez Polo
En Twitter: @Tresenmil
 
La lucha por el agua limpia
La explotación minera en páramos puede generar daños irreparables en las fuentes hídricas. / iStock

Si como humanidad entendiéramos que el agua es un recurso tan finito como vital, nos ahorraríamos muchos problemas. Colombia aparentemente es un país rico en este recurso y las cifras lo demuestran. Según el Estudio Nacional del Agua 2014, realizado por el Ideam, el rendimiento hídrico del país equivale a seis veces el promedio mundial y a tres veces el de Latinoamérica. Sin embargo, no llega a todas las regiones, muchas veces debido a sus niveles de contaminación.

En 2011 el viceministro de Ambiente, Carlos Castaño, señalaba que el 50 % del agua no se podía utilizar por problemas de calidad. Según el Informe Nacional sobre la Gestión del Agua en Colombia algunos de los sectores que más contribuyen a su deterioro son la actividad agropecuaria, industrial y doméstica que en ese entonces generaban unas 9 mil toneladas de materia orgánica contaminante.

Al respecto, Ricardo Baduin, director de Recurso Hídrico del Ministerio de Ambiente, explica que “la calidad del agua en nuestro país se ve afectada principalmente por los vertimientos, con un aporte importante de carga orgánica. Del total de cargas vertidas a las fuentes hídricas, la industria aporta el 28 %, el sector doméstico el 69 % y el sector cafetero el 3 %”.

De hecho, gran parte del sistema hídrico andino colombiano presenta alteración debido al transporte de sedimentos y sustancias tóxicas. El mismo informe del Ideam señala que hay una incidencia marcada de los corredores industriales ubicados en las cuencas como Bogotá-Soacha, Medellín-Itagüí, Cali-Yumbo, Sogamoso-Duitama-Nobsa, Barranquilla-Soledad y Cartagena-Mamonal, con consecuencias graves en los ríos Magdalena, Bogotá, Medellín y Cauca.

En este escenario sobresale un actor cuyos efectos son mucho más preocupantes, debido a que ataca directamente la fuente y sus consecuencias pueden ser irremediables: la minería. Con la llegada del barco Rainbow Warrior III a Cartagena, en febrero de 2014, Greenpeace se instaló en Colombia y le declaró la guerra a esta actividad extractiva en los páramos.

“La minería de carbón estaba generando contaminación en aguas subterráneas y superficiales y disminuyendo el caudal de los ríos y de las fuentes hídricas que nacen en este ecosistema”, explica Silvia Gómez, coordinadora de la organización en el país. Y advierte que, contrario a la agricultura y a la ganadería, “no es sustentable y genera daños irreparables”, teniendo en cuenta que los páramos son tan frágiles que los tiempos de reforestación y regeneración son largos.

La lucha no ha sido en vano. El mes pasado la Corporación Autónoma Regional de Boyacá inhabilitó a una de las minas de la empresa Hunza Coal en el páramo de Pisba y la Corte Constitucional tumbó el parágrafo primero del artículo 173 del Plan Nacional de Desarrollo, que permitía la minería en los páramos a las licencias otorgadas antes de febrero de 2010, dando prevalencia al derecho al agua y a un ambiente sano antes que a los intereses de privados.

El mensaje es claro e invita a la conservación de este líquido vital y a la participación de todos los ciudadanos para pasar a la historia como la generación que lo dio todo por garantizar agua pura a sus hijos.

Datos clave
  • La afectación a la calidad del agua, expresada en cargas contaminantes de material biodegradable, no biodegradable, nutrientes, metales pesados y mercurio, se concentra en cerca de 150 municipios que incluyen ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Villavicencio, Manizales y Bucaramanga.
  • La materia orgánica biodegradable vertida a los sistemas hídricos en 2012 se estima en 756.945 t/año, mientras que la materia orgánica no biodegradable, es decir, sustancias químicas, son cerca de 918.670 t/año. Bogotá, Cali, Medellín y Cartagena son los principales contaminantes.
  • Por primera vez se están desarrollando los planes estratégicos de las cinco macrocuencas (Magdalena-Cauca, Caribe, Pacífico, Orinoco y Amazonas) con la finalidad de concertar el modelo para su ordenación y manejo.
  • Con el apoyo del Ideam y el Comité Técnico Nacional se formuló el Programa Nacional de Aguas Subterráneas, que define acciones y estrategias hasta el 2022 para la gestión y evaluación integrada de este recurso natural.
 

1 comentario:

-R dijo...

Hola, te leo desde Guatemala, acá tenemos un lema "El agua es vida y hoy se contamina" al igual que tu considero que es fundamental educar a la población para que no puedan alegar ignorancia cuando se haga evidente los estragos que puede causar verter sustancias tóxicas en el agua.