El País
20 de abril de 2013
Álvaro Murillo / Jacqueline Fowks San José (Costa Rica) / Lima
Producto del cambio climático, la roya amenaza a 300.000 productores de un sector sensible en Centroamérica. El año venidero podría ser peor.
Plantaciones afectadas en Cajamarca, Perú. |
Luis R. es un hombre alto moreno, cafetalero de toda la vida como muchos otros en la zona de Alajuela, en el valle central costarricense. Como ellos, su producción cafetalera está golpeada tanto como su ánimo. Tiene una depresión clínica que se agrava cuando recibe las últimas noticias sobre la roya, la plaga que se ha instalado en las plantaciones de Centroamérica, el Caribe y parte de los países andinos.
Las manchas amarrillas y abultadas en el reverso de las hojas de los cafetales se han cargado ya 2,26 millones de sacos (40% de la producción del año) en esta región del continente, donde el café representa el 13,5% de las exportaciones totales (3.717 millones de dólares) y posee una fuerte carga cimbólica en las economías centroamericanas. Los datos de la Organización Mundial del Café OIC (auspiciado por la ONU) prevén un panorama triste para el negocio cafetalero en el trópico y sus 300.000 agricultores.
La roya no distingue entre plantaciones grandes o pequeñas, entre la finca sin nombre de Luis R. o las 240 hectáreas que recién ha comprado Starbucks en la misma zona de Alajuela. La cosecha del próximo año cafetero “ya se perdió”, informó la OIC en su sede en Londres. “Los verdaderos efectos de la roya se notarán en el año cafetero 2013-14” , ha dicho a EFE el jefe de operaciones del organismo, Mauricio Galindo. En el corto plazo poco impacto tendrán los múltiples programas de mitigación anunciados por los gobiernos de los países afectados.
En Centroamérica la situación es más grave en Guatemala, donde el gobierno de Otto Pérez declaró emergencia fitosanitaria tras constatar la pérdida de 260 millones de dólares en este año cafetero (de octubre a setiembre). La gravedad, sin embargo, es válida para también Honduras, Jamaica, El Salvador, Panamá, Nicaragua y República Dominicana, según los datos de la OIC para Centroamérica, de donde sale el 14% de la producción mundial No mencionan a México, Colombia y Perú, a donde también ha llegado el hongo y mantiene en estado de alerta a los agricultores.
Costa Rica y sus 93.000 hectáreas cultivadas de café no escapan a esta emergencia, a pesar de su tendencia de la última década de centrarse más en el café gourmet y menos en la producción por grandes volúmenes de su “grano de oro”, como le llaman. Después de aprovechar los buenos precios internacionales en años recientes, en este 2012-2013 tuvieron pérdidas cercanas a los 40 millones de dólares. “El impacto es fuerte para todos, sin importar el tamaño de las plantaciones o su especialidad”, dijo la ministra local de Agricultura, Gloria Abrahams, quien subrayó que este problema debe verse como “la primera consecuente evidente del cambio climático” en la agricultura tropical.
El aumento promedio de un grado centígrado en las temperaturas, el incremento en las lluvias y los desórdenes en la periodicidad de estas se señalan como culpables de la propagación de una enfermedad que ya existía, pero en proporciones mucho menores. Los cultivos en Brasil, un potente productor cafetalero, se mantiene libres de la emergencia de la roya y podrían aprovechar la coyuntura en el mercado internacional, en el que no se prevé un desabastecimiento, según la OIC.
Luis R. y los 53.000 caficultores de Costa Rica reciben ahora un paquete de ayuda del Gobierno. Tres tipos de fungicidas deberán rociarse sobre las plantas con la esperanza de frenar el avance del hongo que ya hace prever una cosecha deprimida para el 2013-2014.
Perú pierde el 27% de la cosecha
El octavo productor mundial de café, Perú –ganador de numerosos premios en cafés orgánicos y gourmet– proyectaba una cosecha total de siete millones y medio de quintales en 2013, pero a la fecha ya ha perdido debido a la roya el 27%, informa a EL PAÍS Anner Román, caficultor del valle de San Ignacio (Cajamarca, norte del País) y presidente de la Junta Nacional del Café, el principal gremio de productores.“No hemos tenido ninguna respuesta del gobierno”, lamenta Román, pese a que desde fines de febrero los gremios agrícolas han pedido al ministerio de Agricultura declarar en emergencia la caficultura. En esa fecha, la Junta alertó que la roya afectaba “un 32% del área cafetalera nacional y un 76% en las áreas cafetaleras con variedades susceptibles” al hongo.
Sin embargo, la plaga ya avanzó. “La zona más afectada es la provincia de Satipo, departamento de Junín (selva central del país), pero la roya está además en los valles cafeteros de de San Martín, Amazonas, Cajamarca y Puno. Cusco es el menos afectado”, precisó Román, mencionando todos los lugares importantes de producción del grano en el Perú. Unas 165.000 familias se dedican a la producción de café en el país, indica el presidente de la Junta.
El dirigente explicó que 2013 está siendo el año en que el hongo ha afectado más la producción del café peruano “debido al cambio climático y a las plantaciones que envejecen. Por eso pedimos al gobierno, para combatir la plaga, un fondo de 93 millones de dólares en créditos para el sector con tasas no mayores de 5% y por un período de ocho años”, añadió.
Pese a que el 2 de abril la Comisión Agraria del Congreso pidió al ministro de Agricultura, Milton Von Hesse, acciones inmediatas para apoyar a los productores cafeteros contra la roya, el gobierno no ha reaccionado.
“Hoy, martes, tuvimos reunión del Consejo Nacional del Café y esperábamos un informe del Servicio Nacional de Sanidad Agraria acerca de la roya, y solo presentó un reporte parcial de la selva central. Nos preocupa que no haya un informe nacional del impacto económico y social de este problema”, refirió Román. El Consejo Nacional del Café está integrado por organismos públicos y privados vinculados al grano.
En 2012, el café peruano generó más de 1.000 millones de dólares de divisas, y es uno de sus principales productos agrícolas de exportación. La producción en 2012 llegó a seis millones de quintales.
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