domingo, 18 de noviembre de 2012

Colombia verde, dorada y fílmica


Fernando López-Mirones
Portafolio
9 de noviembre de 2012

El Amazonas es y será inspiración del mundo.

Cuando hace unos meses recibí en mi casa de España el ofrecimiento para participar como invitado especial en la segunda edición del Festival de Cine Verde de Barichara, Festiver, en Santander (Colombia), lo primero que me llamó la atención fue su logotipo: un lagarto cuya cabeza es un ojo enorme bajo el cual un texto reza: “Para que todos los ojos vean”.

Me atrajo de inmediato, y el lagarto me miraba fijamente.

En la carta, Nórida Rodríguez y Toto Vega, los creadores de la iniciativa, se dirigían a mí con una educación y un cariño que no son frecuentes últimamente en la vieja Europa, sobre la que campan negros nubarrones de pesimismo.

El sí me lo arrancó del alma el lagarto mirón, y ahora puedo decir que le doy las gracias por ello.

Fue casi lo primero que me dijo Nórida al conocernos personalmente tras meses de cartas, susurró: ¿dos desconocidos te invitan a venir a Colombia y les dices que sí?.

Efectivamente querida - contesté - lo que tú no sabías entonces es que la hermosa Colombia y yo hace años que mantenemos un amor secreto, desde que Fernando Trujillo, presidente de la Fundación Omacha me la mostró por primera vez hace años navegando en los brazos oscuros del Amazonas.

Necesito a Colombia, y me gusta pensar que ella me tiene en cuenta, porque después de recorrer bastante mundo rodando mis películas documentales sobre vida salvaje, estoy seguro de que es uno de los lugares más hermosos del planeta; pero es sobre todo, el paraíso peor tratado por el cine internacional, documental y de ficción, que jamás he conocido.

Y, entonces, se me ocurre formular la pregunta más larga del mundo: ¿Cómo es posible que siendo uno de los diez países con mayor biodiversidad mundial, donde viven una de cada diez especies de flora y fauna del planeta, con la montaña más alta del mundo frente al mar, puente biológico entre las dos Américas, 258 grandes ríos, dos océano con profundidades mayores 4.000 metros,1.600 lagos y lagunas, el mayor número de ecosistemas del mundo representados en un solo país (99), con el 10 por ciento de los vertebrados y el 20 por ciento de las plantas del mundo, más de 18.000 especies de plantas que solo viven acá, con más tipos de palmas que ningún lugar del orbe, con el 15 por ciento de las orquídeas de la Tierra, 2.890 especies de vertebrados terrestres que le dan el primer lugar en todo el planeta, el 20 por ciento de las aves del mundo, 30 especies de primates, el tercer lugar del universo en reptiles, el número 1 mundial en anfibios, mariposas diurnas (3.500 especies) y colibríes, el segundo puesto mundial en número de especies de peces de agua dulce, con 81 etnias humanas, 67 lenguas diferentes, el único país del Planeta que junta Amazonas, Orinoquia, Andes, Pacífico, Caribe o páramos donde aún viven osos jamás filmados, jaguares, cóndores, tapires, ballenas, delfines de río y probablemente cientos de especies aún no descubiertas…?, ¿Cómo es posible… (tomo aire)… que todavía no se halla filmado en Colombia ninguna película documental o de ficción que no hable de violencia, droga, guerra o destrucción?, ¿Por qué?, incluso las películas ambientales hablan de minas!.

No encontrando la respuesta, me propuse ser el primero en intentarlo al menos, y en eso estamos.

Créanme el mundo ahí fuera no tiene ni idea de las maravillas naturales que tenéis la suerte de disfrutar cada día, pero vamos a tratar de arreglarlo.

A menudo nos pasa lo mismo en mi España natal, parece que muchas veces somos los peores embajadores de nuestra propia tierra.

Pero me duele ver a menudo en las expresiones de mis hermanos colombianos un rictus de pena, casi de culpa injustificada, por la percepción errónea que de esta tierra privilegiada tienen los extranjeros que jamás estuvieron acá. Y en ese momento el documentalista que llevo dentro se revela, y quiere enseñarle al mundo el ocaso sobre la espuma de un delfín rosado en el Amazonas, al abrazo de un oso andino a un frailejón y la mirada que hiela del cazador de almas, el dorado, el gran yaguareté; ese tigre que debería ser la imagen de Colombia, bravo, inteligente, hecho de tierra roja y sombras.

Ya de camino a Barichara el lagarto volvió a actuar, mientras la expedición atravesaba el Cañón de Chicamocha, algo ancestral se apoderó del grupo. Nórida y Toto reunieron allí a directores, productores, realizadores, artistas y organizadores en torno a muchas películas de temática ambiental y lo hicieron de tal modo, que en cuestión de horas pareciera que nos conocíamos de toda la vida; y al entrar en Barichara, lo hicimos en el Reino de Nunca Jamás que J.M. Barrie inventó para Peter Pan, donde todos se olvidan del tiempo y de sus vidas para ser una gran familia durante esos días.

Proyecciones en el interior de capillas e iglesias, en sendas y caminos, en todo lugar y rincón susceptible de soportar al mensaje más importante del mundo.

Talleres de filmación, niños, jóvenes, ancianos, hormigas culonas, todos fuimos cine verde durante la semana mágica de Barichara.

Colombia merece a Festiver, porque con iniciativas como esta introducimos en la mente de la gente los dos poderes más positivos que existen, el cine y la madre tierra.

EL MILAGRO DE LA SELVA Y LA NATURALEZA

Con esta manera tan gráfica y acertada con la que López-Mirones habla de la magia que ‘El espíritu de lagarto’ le imprimió, así mismo, de esta segunda edición han nacido dos iniciativas de colaboración para hacer sendos documentales positivos de Colombia para que el mundo sepa que, entre el Caribe y el Amazonas por un lado y el Orinoco y el Pacífico por el otro, hay una tierra verde y dorada poblada por las más increíbles criaturas, preñada de belleza sin parangón sin par, que necesita ser divulgada.

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