jueves, 24 de marzo de 2011

Viaje al fin de la noche - Louis Ferdinand Céline


¿Por qué me decidí a leer a Céline? Por el artículo en Arcadia de Hernán A. Melo Velásquez y su introducción: "El alcalde de París lo dijo: “Céline es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón”. ¿Merecía el autor de Viaje al final de la noche el homenaje que la sociedad francesa acaba de negarle?

por Ratón de Biblioteca


Cèline es un viajero observador, cáustico y sin compasión. En Viaje al fin de la noche Céline parte de su propio viaje para hacer una novela demoledora sobre la condición humana.

Protagonista, narrador y autor convergen en la misma persona, un hombre joven y escéptico que, sin saber por qué se alista en el Ejército para combatir contra los alemanes y comprueba que la guerra no tiene nada de heroico.

Con que ¿no había error? Eso de dispararnos, así, sin vernos siquiera ¡no estaba prohibido! Era una de las cosas que se podían hacer sin merecer un broncazo. Estaba reconocido incluso, alentado seguramente por la gente seria,¡como la lotería, los esponsales, la caza de montería!... Sin objeción. Yo acababa de descubrir de un golpe y por entero la guerra. Había quedado desvirgado. Hay que estar casi solo ante ella, como yo en aquel momento, para verla bien, a esa puta, de frente y de perfil .(...)

(...) Íbamos a ir todos para adelante, el coronel igual que los demás con todas su faroladas, y su piltrafa no iba a hacer un asado mejor que la mía, cuando la corriente de enfrente pasara entre ambos hombros.


Cèline no deja títere con cabeza y con frecuencia se le acusa de nazi, aunque probablemente sólo fuera un anarquista demasiado lúcido que no se permitía la complacencia, que no tenía miedo de decir lo que pensaba.

“¡Viva Diderot!”, gritaron y después “¡Bravo, Voltaire!” ¡Eso sí que son filósofos!¡Y viva también Carnot, que organizaba tan bien las victorias!¡Y viva todo el mundo!¡Al menos, ésos son tíos que no le dejan palmar en la ignorancia y el fetichismo, al buen pueblo! ¡Le muestran los caminos de la libertad! ¡Lo emancipan! ¡Sin pérdida de tiempo!¡ En primer lugar, que todo el mundo sepa leer los periódicos!¡Es la salvación! ¡Qué hostia!¡Y rápido!¡No más analfabetos!¡Hace falta algo más!¡Simples soldados- ciudadanos!¡Que voten!¡Que lean!¡Y que peleen!¡Y que desfilen!¡Y que envíen besos!

La noche es la desesperanza. El Ferdinand de la novela es francés, experimenta la gran mentira de la guerra en carne propia, viaja a las colonias francesas para descubrir un mundo tan corrupto y deshumanizado que parecería inverosímil si no fuera porque era real. También vive en Estados Unidos, donde tiene oportunidad de medirse con el capitalismo, incluso para los asuntos de amor: una prostituta, una puta, como él diría, es su amor sin futuro. Y, cuando regresa a Francia y acaba sus estudios de medicina, va a caer a un barrio miserable en el que sus enfermos hablan mal de él y casi nunca le pagan. Además, Ferdinand no sabe cobrar a los pacientes, lo que hace que me incline por la hipótesis del anarquista lúcido. Allí terminará de perder la poca dignidad que le quedaba. Para colmo, un antiguo compañero de penalidades, Robinson, y él coinciden en todas partes hasta el punto en que sus vidas parecen hermanadas.

Cèline
ha recorrido el mundo y no ha encontrado nada que le haga ser optimista. Es muy fácil acusarle de nazi desde el sillón de nuestra casa y él lo sabía cuando estaba escribiendo. Cèline a la fuerza tenía que saber que toda su visión del mundo quedaba expuesta en Viaje al fin de la noche, que escribió esa novela para golpearnos con su punto de vista y quizá también para que esa realidad no terminara de volverle loco.
El fin del viaje de Ferdinand es un manicomio que acaba gestionando en el que por fin, disfrutará de cierta tranquilidad y un buen pasar económico, pero Robinson, como una mala sombra, volverá a aparecer en su vida y será asesinado por su prometida, a la que Ferdinand se había cepillado alegremente. Viaje al fin de la noche es una novela escrita al mismo tiempo con pasión arrasadora y rabia lúcida en la que Cèline nos muestra con crudeza la realidad que le rodeaba, sin compasión. Pero no es sólo un retrato social de aquella época, ni su mérito reside exclusivamente en la utilización del lenguaje barriobajero, ni en las fascinantes peripecias de su protagonista. Viaje al fin de la noche es una de las novelas más valientes de la historia del siglo XX porque su autor se desnuda en ella. Y no lo hace para que le admiremos, sino para que sepamos cuánto nos desprecia por nuestra ignorancia.

" Los ricos no necesitan matar en persona para jalar. Dan trabajo a los demás, como ellos dicen. No hacen el mal en persona, los ricos. Pagan. Se hace todo lo posible para complacerlos y todo el mundo contento. Mientras que sus mujeres son bellas, las de los pobres son feas. Es así desde hace siglos, aparte de los vestidos elegantes. Preciosas, bien alimentadas, bien lavadas. Desde que el mundo es mundo, no se ha llegado a otra cosa.
En cuanto al resto, en vano te esfuerzas, resbalas, patinas, vuelves a caer en el alcohol, que conserva a los vivos y a los muertos, no llegas a nada. Esta más que demostrado. Y desde hace tantos siglos que podemos observas estos animales nacer, penar y cascar delante de nosotros, sin que les haya ocurrido, tampoco a ellos, nada extraordinario, salvo reanudar sin cesar el mismo fracaso insípido donde otros tantos animales lo habían dejado. Sin embargo, deberíamos haber comprendido lo que ocurría. Oleadas incesantes de seres inútiles vienen desde el fondo de los tiempos a morir sin cesar ante nosotros y, sin embargo, seguimos ahí, esperando cosas... Ni siquiera para pensar la muerte servimos.
Las mujeres de los ricos, bien alimentadas, bien engañadas, bien descansadas, ésas, se vuelven bonitas. Eso es cierto. Al fin y al cabo, tal vez eso baste. No se sabe. Sería al menos una razón para existir."

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