lunes, 7 de junio de 2010

Triunfalismo y sostenibilidad

Rudolf Hommes
El Tiempo


Santos cuenta con la maquinaria, con el Presidente, con el establecimiento, con la Registraduría y, hasta el día de las últimas elecciones, con cerca del 35 por ciento del voto de opinión. Todo lo anterior dio lugar a que estuviera cerca de ganar en primera vuelta y lo hace parecer imbatible en la segunda. Esto ha inducido al clientelismo a adherir en masa a su candidatura y el terreno parece despejado para que gane por un amplísimo margen el 20 de junio, cuente con un poder casi ilimitado para llevar a cabo las reformas que necesita el país y para brindarle bienestar económico y seguridad.

El escenario de un enfrentamiento entre este Goliat oficial y el David retador se prevé como el final feliz de un capítulo en el que el establecimiento y la clase política se impondrán sobre los que se atrevieron a desafiarlos y desbaratarán de una vez por todas sus ilusiones.

Pero, a pesar del triunfalismo, esa historia tiene muchos huecos porque la victoria del domingo pasado y el frente unido que pretenden presentar no han sido fruto de una confrontación de ideas ni representan el triunfo de una visión de un futuro mejor para Colombia. Han sido resultado de una alianza clientelista entre los más voraces elementos de la vieja política, que se han agrupado para defenderse de una amenaza que no sentían desde la candidatura de Luis Carlos Galán a la Presidencia. La aparente fortaleza política del candidato Santos puede convertirse en su talón de Aquiles, porque no le va a alcanzar el erario público para cumplir con tanto compromiso asumido con sus huestes políticas. ¿Cómo va a tapar el hueco que le deja Uribe y manejar la situación fiscal si tiene que alimentar a todos ellos?

La situación fiscal puede tornarse insostenible en esas circunstancias. Hay grandes necesidades insatisfechas. El día después de las elecciones se reveló que el desempleo ha llegado a los niveles más altos de los últimos cinco años, al tiempo que los empresarios anunciaron que no tienen la intención de dar mayor empleo. El programa de 'Familias en acción', financiado por el Banco Mundial, que explica por lo menos la tercera parte de los votos que Santos le sacó de ventaja a Antanas, ha fortalecido el clientelismo, convirtiendo a los beneficiarios en un electorado cautivo del Gobierno, pero su efectividad social ha sido menos evidente, ya que el grado de pobreza permanece en niveles demasiado altos (46 por ciento), la extrema pobreza se acerca al 18 por ciento y llega al 33 por ciento en el campo.

Hay una crisis no resuelta en el sector salud y otra en seguridad social. Las exigencias financieras para la seguridad van a aumentar, a medida que disminuyen los recursos provenientes de los Estados Unidos, y hay grandes necesidades sin atender en educación, salubridad, mortalidad infantil, nutrición, vivienda popular y bienestar rural, entre otros. Si el gobierno de Santos no va a elevar impuestos y se aferra a su visión de que lloverá petróleo y que el campo colombiano es un inagotable cuerno de abundancia, la gobernabilidad prevista y el panorama económico que se augura no tendrán lugar. Santos va a tener que escoger entre hacer un buen gobierno o mantener contentos a sus seguidores, y si le saca mucha ventaja a Mockus el próximo 20 de junio, lo más probable es que siga el ejemplo de Uribe, tome el camino de la complacencia y sacrifique sus metas.

Por ese motivo, los colombianos que se agruparon alrededor de Galán y vieron morir con él la posibilidad de hacer una transición democrática hacia un país mejor, y los que ahora han puesto sus esperanzas en la 'ola verde' para alcanzar ese mismo objetivo, no pueden dejarse anonadar. Es necesario volver a tomar impulso, salir a defender esa visión en las calles, en todos los foros y en las urnas. Las tres semanas que quedan representan una oportunidad que esta vez no se puede desaprovechar. Muchas velas verdes y ojo al diablo que ronda el proceso electoral.

1 comentario:

Jordi Farrés i Llobet dijo...

no es perd mai l'esperança, però està fotuda la cosa, eh!

apa, una abraçada ben forta als dos i un "achuchon" al Marot!

jordi.