lunes, 25 de mayo de 2009

orígenes indeterminados


Apartes de 'El origen del bastardo', columna de Héctor Abad Faciolince en El Espectador.

(...) En realidad prefiero tener esos orígenes indeterminados, confusos y bastardos. No podría decir que tengo origen árabe, ni judío, ni español, ni nada. O podría decir, lo que es lo mismo, que los tengo todos. Creo que uno recibe influencias de las personas que conoce (padres, abuelos, parientes, maestros, amigos), pero que lo que haya hacia atrás —salvo taras o ventajas genéticas muy claras— es bastante azaroso e impreciso. Uno tiene cuatro abuelos, ocho bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 chozabuelos. Yo podría apostar que alguno de esos 32 habrá sido árabe, otra negra, otro judío, otra española, otro italiano, otra india. Y de esa vieja corriente mestiza y caótica, mixta, mezclada, impura, bastarda, de todo eso me siento parte.

(...) Lo que digo para mí, ¿no lo podría decir para cualquiera? Tal vez nadie mejor que un bastardo, o un mestizo, entiende la triste vanagloria de los puros. Ese apego a lo que ellos llaman las raíces, la identidad, la tradición, me parece, tanto en los blancos genealogistas, como en los afrodescendientes del orgullo negro, como en judíos y árabes y antioqueños, una muestra de racismo inútil, de vanidad prestada, un intento de recostarse en el grupo, cuando lo cierto es que uno sólo es lo que es como individuo y si mucho se puede sentir orgulloso o avergonzado de sus padres y hermanos.


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